Cuando pedimos una vida con propósito dentro de nuestras manifestaciones conscientes, muchas veces no tomamos en cuenta todo lo que implica tenerla. No consideramos todo lo que debemos dejar atrás para crear esa vida que tanto deseamos.
Cuando pides un cambio desde el corazón, debes estar dispuesto a aceptar todo lo que eso significa: cerrar vínculos, sanar patrones, alejarte de personas que ya no vibran en tu misma frecuencia. Soltar a quienes pensabas que estarían contigo toda la vida —familia, amigos o pareja—, pero que ya no suman ni te expanden.

Quiero que recuerdes que cuando le pedimos a Dios o al Universo algo específico, esa fuerza mayor no nos lo entrega directamente. En su lugar, nos pone frente a las pruebas necesarias para descubrir si somos capaces de sostener aquello que pedimos, si estamos listos para sanar lo que aún duele y para habitar la nueva versión de nosotros mismos en la que queremos convertirnos.
Hace varios meses, dentro de mis rutinas de agradecimiento y manifestación, he estado integrando la intención de “tener una vida con propósito”. Y no se imaginan todo lo que eso ha estado moviendo en mi vida. Hoy, al escribir esto, lo estoy comprendiendo e incorporando con mayor profundidad.
Manifestar se ha convertido en parte esencial de mi camino desde hace un par de años. Sin embargo, no todo me ha funcionado, porque la mente a veces me ha saboteado. Pero comprendí algo poderoso: manifiesto lo que SOY, no lo que QUIERO, y para saber verdaderamente lo que uno desea, se necesita mucho autoconocimiento.
La manifestación sucede todo el tiempo, porque funciona a través de nuestras elecciones… y siempre estamos eligiendo.
✨ Entonces, quiero dejarte algunos consejos que me han ayudado a manifestar desde el SER y no desde la carencia:
- Leer libros de autoconocimiento y crecimiento personal de distintas corrientes.
- Cultivar hábitos saludables enfocados en mi bienestar integral.
- Llevar un diario donde cada día escribo al menos 10 minutos para conectar conmigo.
- Meditar, respirar, orar y agradecer el momento presente.
- Asistir a terapia con un especialista.
- Tener momentos exclusivos para mí (a los que llamo shots de amor propio).
- Convertir mis rutinas en rituales: por ejemplo, encender una vela con intención al despertar.
- Cuidar de mi cuerpo físico —moverme, comer bien, bailar, caminar, todo lo que eleve mi energía.
Manifestar una vida con propósito no se trata de pedir y esperar, sino de convertirte en la persona capaz de sostener aquello que sueñas.
Cada hábito, cada decisión y cada renuncia son pasos sagrados hacia esa versión de ti que ya existe, solo espera ser recordada.
Confía en el proceso, incluso cuando duela. Porque cada vez que eliges tu crecimiento, el universo responde: “así es como se manifiesta el propósito”.
Gracias por estar aquí y leerme.
Maricarmen Duno.
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